jueves, 27 de agosto de 2015

El poder curativo de la HIDROTERAPIA.


La hidroterapia (del griego hydro “agua” y therapia “curación”), es un procedimiento que consiste en el tratamiento de enfermedades, malestares y lesiones utilizando agua.
A través de sus variadas aplicaciones –en piscinas, con chorros, compresas o baños-, es una valiosa herramienta empleada para estimular o relajar el sistema nervioso, combatir afecciones respiratorias y tratar múltiples cuadros patológicos.


Los beneficios de la Hidroterapia

La hidroterapia revitaliza el organismo por completo y estimula el sistema inmunitario. La reacción del cuerpo a los estímulos de agua fría o caliente con diferentes temperaturas, proporcionan muchos beneficios a quienes utilizan estas técnicas.
Algunos de ellos son:

  • Mejora la circulación sanguínea, calmando cefaleas y dolores lumbares.
  • Efecto sedante: provee relajación física de los músculos y psíquica, que ayuda a atenuar cuadros de estrés y de ansiedad.
  • Aumenta la resistencia muscular, aliviando contracturas, calambres, tendinitis y otras lesiones.
  • Indicado para quienes padecen afecciones respiratorias, como asma o bronquitis, porque descongestiona de manera natural las fosas nasales.
  • Recomendado para el tratamiento de la artritis y otras enfermedades reumáticas.
  • Estimula y mejora el sistema inmunológico.
  • Atenúa dolores de espalda y en articulaciones, ayudando a calmar malestares.
  • Mejora problemas de la piel como la psoriasis.
  • Ayuda en cuadros de insomnio o estados depresivos.
  • Brinda bienestar general en el cuerpo, a nivel físico y emocional.  





Ya sea a través del vapor, en chorros, caliente o fría, el poder terapéutico del agua ayuda a combatir o paliar los efectos de distintas enfermedades. Esto, sin contar los beneficios del uso de aguas mineromedicinales, termales, con contenidos marinos y otros aditivos. La hidroterapia es conocida desde tiempos remotos, basta recordar las termas romanas, los baños árabes o los temazcales mesoamericanos. Se trata de una técnica terapéutica que ha tenido una larga tradición en diferentes sociedades; no obstante, desde finales del siglo XIX ha sido rescatada y estudiada cada vez más debido a su efecto benéfico para el tratamiento de muchos cuadros patológicos, como traumatismos, padecimientos circulatorios, reumatismos, problemas digestivos, alergias y enfermedades respiratorias, además de neurológicas.


Mediante el uso del agua caliente se dilatan los vasos sanguíneos superficiales, ayudando a la circulación en esas zonas; mientras que el agua fría causa el efecto contrario, es decir, haciendo que los vasos sanguíneos superficiales se contraigan y la circulación sanguínea interior se vea favorecida. Algunas sustancias presentes en el agua, como en el caso de los balnearios, pueden potenciar los efectos de la hidroterapia.



Para acelerar el proceso de curación de una lesión grave, por ejemplo, en el caso de los deportistas, el agua es un elemento fundamental ya que permite un inicio temprano de la recuperación funcional. Aunque un lesionado no pueda caminar, puede realizar gestos de marcha y carrera en agua profunda. El medio acuático permite a la persona lesionada trabajar con un porcentaje de descarga mayor o menor en función de la gravedad de la lesión o de la fase evolutiva de la misma. Es muy importante el concepto de “peso aparente”: la diferencia entre el peso del cuerpo sumergido y el empuje del agua. Así, una persona de 100 kilos, sumergida hasta la cintura, pesará solamente la mitad. Según el doctor Carlos Díez, director de los Servicios Médicos Sanitas- Real Madrid, el agua es la herramienta clave para que la recuperación sea lo más temprana y progresiva posible.








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